Fundación José María de Llanos

Biografía

José María de Llanos S.J. “El Padre Llanos”

José María de Llanos Pastor nació el 26 de abril de 1906. Se licenció en Químicas y posteriormente entró en la orden de los jesuitas. Su formación siguió en otros países de Europa, sobre todo Bélgica. Se ordena sacerdote en el año 1939, cuando la Compañía de Jesús volvió a ser restaurada, tras la Guerra Civil. Un hecho que marcará profundamente su vida, al igual que a tantos y tantas españolas.

Siempre estuvo comprometido con causas humanas y sociales, desde una u otra perspectiva histórica o personal.

El día 24 de septiembre de 1955, en el auge de la inmigración masiva del campo a la ciudad, el P. José María de Llanos se vino a vivir desde la calle Serrano, a este barrio de Madrid, llamado El Pozo del Tío Raimundo, permaneciendo en el mismo hasta poco antes de su muerte, acaecida el 10 de febrero de 1992, en la enfermería de los jesuitas de Alcalá de Henares. Hoy se cumplen 30 años.

En El Pozo del Tío Raimundo, el Padre Llanos vive una transformación profunda de sus convicciones sociales y políticas y forma parte de la lucha clandestina contra la dictadura. Se compromete con la opción política de izquierda que encuentra en él un referente social. A pesar de ello, trató siempre de lograr el entendimiento entre las posiciones más distintas, sin excluir a nadie.

Era un niño del barrio de Salamanca, que transita de la vida cristiana aburguesada y cómoda de su juventud, hasta el mundo de su vocación jesuítica y su brillante pastoral universitaria y, finalmente a vivir en una chabola con cuatro jóvenes, que le acompañaron en su aventura en El Pozo. Con sus connotaciones y contradicciones, sus luchas sociales desde el evangelio y su aplicaciones conflictivas y ambiguas, pero actuando siempre desde su fe cristiana, la Iglesia Católica y la Compañía de Jesús.

El padre Llanos decide invertir el rumbo de su vida y acompañado por José María Ruiz-Gallardón que lo llevó, se instala en una chabola del Pozo para ser vecino de aquel barrio de emigrantes al que llegaban en oleadas. Aquí inicia una profunda labor social, encaminada a reivindicar la mejora de la calidad de vida de los vecinos y vecinas; estuvo siempre junto a ellos y fue famoso su enfrentamiento con la Guardia Civil para impedir el derribo de las chabolas.

Desde El Pozo fue amigo de todos y queriendo a todos,  en quien, por encima de sus ideas, cabían desde Marcelino Camacho a Calvo Sotelo, desde Javier Solana a Martín Artajo; desde Tierno Galván a Álvarez del Manzano, de Carlos Robles Piquer a Carlos París, pasando por Gil Robles, Menéndez Pidal, Francisco Umbral, Manuel Fraga, Ramón Tamames, Arrupe, Ruíz-Giménez, Dolores Ibarruri, Camen Díez de Rivera y un largo etcétera. Fue su gran aportación a la reconciliación.

Este era el Padre Llanos de todos, que igual leía salmos, que recitaba a Rafael Alberti y a Neruda en las eucaristías que celebraba con amigos y rezaba a diario los quince misterios del rosario a paso militar en el patio de las escuelas. Unió a sus vocaciones religiosa, políticas y sociales la pasión por la cultura y la poesía que ocupa gran parte de sus escritos.

Fundó la revista mensual “Forma” que escribía él solo y se repartía en la universidad sirviendo de soporte espiritual a los “agapitos” que eran muchachos “semicazados” por él. Así los califica en sus memorias.

Crea el Secretariado de Ejercicios Espirituales, los Grupos de Agitación Hispánica, la Centuria Lepanto; y, como no podía vivir sin fundar, crea la Residencia de Jóvenes Santa María del Campo.

Crea el Servicio Universitario del Trabajo, que en 1950 comenzó su actividad. Con él se movilizaría a cientos de estudiantes durante años por toda la geografía española, a la que fueron a trabajar codo a codo con la España más humilde y volvieron transformados ellos mismos.  Son innumerables las “fundaciones” de Llanos. Residencias, movimientos, grupos, revistas, etc.

Con él llegó el agua, el alcantarillado, el asfalto, las escuelas, la entonces guardería, el dispensario médico, la compañía eléctrica y fundaciones. Trasladó a los jóvenes la pasión por la participación social. Impulsó la creación de las asociaciones de vecinos y las cooperativas de Vivienda y de Electricidad. Fue un gran personaje del siglo XX por su riqueza moral e intelectual y su complejidad como ser humano y a nivel religioso, rompiendo siempre las costuras de la Iglesia, desde su inquebrantable fe religiosa y su radical a la misma y a la Compañía de Jesús, y a la vez convirtiéndose en un referente moral para aquellos que buscan la defensa de los valores democráticos y la justicia social.

“Creo que la vida es buena.
Creo en los hombres como son.
Creo en la acción.
Creo en las “causas” humanas.(…)”

La labor de Llanos se hizo muy popular y se difundió en la prensa rápidamente. No solo estaba transformando el barrio y a sus vecinos, estaba también abriendo vías de apertura en la propia Iglesia y en su propia orden religiosa; por otro lado, abrió también el debate sobre el anticlericalismo de los movimientos de izquierda. Un movimiento trascendental que él trasladó a las páginas de la prensa con cientos de artículos en infinidad de revistas y publicaciones. También sirvió a esta pasión por el debate y el diálogo poner el Pozo del Tío Raimundo en el centro de un mapa por el que pasó tantos y tantos referentes culturales, sociales, políticos y religiosos de su época.

Llegó la formación de los jóvenes a través de la Fundación Santa María del Pozo y de la Fundación José María de Llanos, heredera de la primera y llegó su obra más querida y emblemática: la Escuela Profesional 1º de Mayo, hoy convertida en Centro de Educación Secundaria y Formación Profesional.

En las escuelas, cada mañana izaba la bandera de la ONU, junto con la de España y la de un país distinto al son del respectivo himno y tras dar lectura a sus características geográficas o políticas. Pretendía que los alumnos se sintieran miembros de la comunidad nacional, España, a la vez que ciudadanos del mundo.

Poco antes de su fallecimiento al Padre Llanos se le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid y la de la Comunidad de Madrid.

Firma Padre Llanos